Alina Rai, inimitable como la madrastra peculiar y adecuadamente intuitiva, se junta con el ya pensado chico del revolcón hasta que ese deseo tabú toma el control. Se burlan, se esforzan y juegan juegos provocativos hasta que se incineran mutuamente en una yuxtaposición apasionada de efervescencias, escupitajos y crepitaciones, y un deseo empapado y mojado.